
En Chile, desde hace un tiempo la Iglesia ha establecido estos Centros de Recursos del Obispo, siendo el agente de ellos el Élder Juan Mendoza. Actualmente existen seis de estos almacenes o centros de recursos del Obispo en Chile, cuatro en Santiago (La Florida, El Bosque, Quinta Normal y Conchalí), uno en la ciudad de Concepción y otro en la ciudad de Viña del Mar.
Estos centros permiten brindar ayuda en viveres a familias necesitadas de la iglesia, enmarcados en un plan de bienestar que busca mejorar la calidad de vidad de los menos afortunados.
Al leer sobre la primera historia del plan de Bienestar de la Iglesia nos enteramos de que: “La obra de Bienestar en la Iglesia no comenzó en 1936, ni comenzó cuando la Iglesia fue restaurada en 1830. Es una parte inherente del evangelio de Jesucristo y ha existido en una forma u otra cada vez que el evangelio ha estado sobre la tierra. El Señor siempre ha requerido a sus Santos establecer algún tipo de sistema benevolente para cuidar del pobre y de aquellos que son de otro modo incapaces de cuidarse por si mismos” (Ver “Pura Religión” p. 1).
Las siguientes escrituras nos aclaran esto:
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3: 10)
“Pero antes de buscar riquezas, buscad el reino de Dios.
Y después de haber logrado una esperanza en Cristo obtendréis riquezas, si las buscáis; y las buscaréis con el fin de hacer bien: para vestir al desnudo, alimentar al hambriento, libertar al cautivo y suministrar auxilio al enfermo y al afligido”
(Jacob 2: 18-19)
“Por tanto, si no os acordáis de ser caritativos, sois como la escoria que los refinadores desechan (por no tener valor) y es hollada por los hombres” (Alma 34:29)
Antes de 1936, había al menos 135 almacenes del obispo en toda la Iglesia, los cuales no fueron organizados por regiones, ni supervisados por oficinas de la Iglesia, aun cuando les fueron dados consejos para administrarlos adecuadamente. Fueron simplemente almacenes locales, de los cuales las mercaderías recibidas de parte de las personas que estaban en condiciones de dar, fueron distribuidas a aquellos con necesidades. Cuando los tiempos fueron difíciles en esos primeros años, los obispos, con sus almacenes, cuidaron de las necesidades de las comunidades en donde había mayor sufrimiento. El Presidente J. Reuben Clark, Jr., dijo, “La Iglesia sobrevivió; la gente prosperó. El carácter resistió intacto. Nosotros cuidamos de nuestros propios pobres. En tiempos de escasez los vecinos se ayudaron el uno al otro"
Actualmente, el almacén del obispo funciona en cuatro norte, a un costado del palacio Rioja, y se mantiene con el voluntariado de diferentes miembros de la iglesia.
Estos centros permiten brindar ayuda en viveres a familias necesitadas de la iglesia, enmarcados en un plan de bienestar que busca mejorar la calidad de vidad de los menos afortunados.
Al leer sobre la primera historia del plan de Bienestar de la Iglesia nos enteramos de que: “La obra de Bienestar en la Iglesia no comenzó en 1936, ni comenzó cuando la Iglesia fue restaurada en 1830. Es una parte inherente del evangelio de Jesucristo y ha existido en una forma u otra cada vez que el evangelio ha estado sobre la tierra. El Señor siempre ha requerido a sus Santos establecer algún tipo de sistema benevolente para cuidar del pobre y de aquellos que son de otro modo incapaces de cuidarse por si mismos” (Ver “Pura Religión” p. 1).
Las siguientes escrituras nos aclaran esto:
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3: 10)
“Pero antes de buscar riquezas, buscad el reino de Dios.
Y después de haber logrado una esperanza en Cristo obtendréis riquezas, si las buscáis; y las buscaréis con el fin de hacer bien: para vestir al desnudo, alimentar al hambriento, libertar al cautivo y suministrar auxilio al enfermo y al afligido”
(Jacob 2: 18-19)
“Por tanto, si no os acordáis de ser caritativos, sois como la escoria que los refinadores desechan (por no tener valor) y es hollada por los hombres” (Alma 34:29)
Antes de 1936, había al menos 135 almacenes del obispo en toda la Iglesia, los cuales no fueron organizados por regiones, ni supervisados por oficinas de la Iglesia, aun cuando les fueron dados consejos para administrarlos adecuadamente. Fueron simplemente almacenes locales, de los cuales las mercaderías recibidas de parte de las personas que estaban en condiciones de dar, fueron distribuidas a aquellos con necesidades. Cuando los tiempos fueron difíciles en esos primeros años, los obispos, con sus almacenes, cuidaron de las necesidades de las comunidades en donde había mayor sufrimiento. El Presidente J. Reuben Clark, Jr., dijo, “La Iglesia sobrevivió; la gente prosperó. El carácter resistió intacto. Nosotros cuidamos de nuestros propios pobres. En tiempos de escasez los vecinos se ayudaron el uno al otro"
Actualmente, el almacén del obispo funciona en cuatro norte, a un costado del palacio Rioja, y se mantiene con el voluntariado de diferentes miembros de la iglesia.